Nº 1.893 – 11 de Octubre de 2020
«Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no perezca sino que tenga vida eterna» Juan 3:16
Dios sigue amando a este mundo. Si pudiera amarlo más, lo haría cuanto más su situación empeora. Pero lo amó, lo ama y lo amará hasta el fin. Y esperando siempre que todos, en cada generación, procedan al arrepentimiento. He aquí que la paciencia del Señor es para salvación, no para condenación. Jesús ha venido a salvar el mundo, no para condenarlo. Así que tenemos que alegrarnos y seguir amando a todos con el amor que el Espíritu Santo derrama.
Una tentación grande es dejar de amar, incluso odiar y «condenar» a los que vemos que continúan por el mal camino. No nos corresponde a nosotros juzgar. Y aún el pecador más manifiesto puede ser perdonado y limpiado de la mayor perversidad, si se arrepiente de su maldad.
Sigamos amando aunque nos cueste. Sigamos anunciando que en Jesús hay perdón de pecados y vida eterna. Sólo en Él estamos afianzados. Todo puede perecer a nuestro alrededor. Incluso nosotros podemos tener que pasar por la muerte, si el Señor tarda en volver. Pero estamos seguros que por Su amor nos resucitará en el día final, en el Día del Señor.
¡Que el Señor nos siga llenando de Su amor paciente!
Pastor Antonio Martín Salado