Mi Último Día

Publicado por Unánimes en

“¿Y si mañana fuera el último día?”  Ante esta pregunta, deberíamos reflexionar bien nuestra respuesta.  ¿A qué dedicaría mis últimas 24 horas de vida sobre esta Tierra?  “Ummm es una muy buena pregunta” diría cualquier sesudo personaje entrevistado ante esta cuestión.  Las respuestas, si salimos a la calle a sondear, serían variopintas o, tal vez no tanto.  Probablemente muchos dirían que pasarían ese tiempo con sus seres más queridos; o aprovecharían esas últimas horas haciendo o intentando hacer algo que desean mucho, mucho pero que nunca pudieron por falta de tiempo, ocasión o dinero.  Pensando en la última jornada, con una tarjeta de crédito se podrían hacer o comprar muchas cosas o experiencias caras.  Puede que alguno aprovechara para llamar y reconciliarse con familiares y amigos lejanos por la distancia del enfado y el rencor.  También se daría el caso del que abandona todo y a todos para darse un atracón de cualquier cosa o placer “prohibido” hasta tal fecha donde ya no hay “posibles represalias” o “consecuencias no deseadas”.  Pero todo esto no son más que mis suposiciones sobre gente, personas que no conozco.  El verdadero enigma es qué haría yo en mis últimos momentos acá.  Qué harías tú con ese precioso tiempo.  Después de meditar un tiempo mi respuesta y considerando para qué estoy aquí todavía, y también intentando no ser egocéntrico ni egoísta, pienso que dedicaría el máximo espacio a predicar a Cristo.  ¿Cómo? Con todo lo que está en mi mano: saliendo a la calle y repartiendo literatura cristiana; hablando con todo aquel que quisiera escuchar.  Pero esto me plantea una incógnita mayor y de más urgente respuesta: “¿Por qué no lo estoy haciendo ya todos los días aunque sea un rato?”  

Pastor Antonio Martín Salado