Nº 1.832 – 11 de Agosto de 2019
La Escritura menciona una amplia variedad de ministerios de mujeres que eran aprobados por Dios y alabados por la iglesia primitiva. Los puestos del Nuevo Testamento ocupados por mujeres incluían a apóstoles, profetisas, diaconisas, ancianas, viudas y vírgenes. Adicionalmente Pablo menciona una cierta cantidad de mujeres tanto como hombres a los que llama “compañeros obreros”. Estas mujeres eran las colegas del apóstol en el ministerio. El Nuevo Testamento relaciona incluso más actividades ministeriales de mujeres, incluyendo oración, hospitalidad, enseñanza y evangelización. En Romanos 16:7 Pablo alaba a una mujer llamada Junia como “destacada entre los apóstoles”. A pesar de las traducciones incorrectas modernas de su nombre como masculino “Junias”, ningún comentador anterior al siglo XIX cuestiona que este apóstol era una mujer. Por ejemplo, Juan Crisóstomo, cuyos escritos a menudo expresan misoginia, escribió de Romanos 16:7 “Oh cuán grande es la devoción de esta mujer que ella debería ser considerada digna del apelativo de apóstol”. Esta unanimidad de testimonio de más de un milenio es particularmente contundente dado que permaneció incluso durante un largo periodo de erosión del ministerio de las mujeres en la iglesia medieval. La razón para este testimonio es simple: todos los manuscritos antiguos en griego y latín alabando a los apóstoles destacados en Romanos 16:7 dicen “Junia” o “Julia”, ambas formas femeninas. Tanto Junia como Julia eran nombres muy comunes del griego antiguo, mientras que la alternativa masculina sugerida por comentadores modernos no tiene evidencias de manuscritos para apoyarlos. “Junius” y “Julianus”, sugerido por algunos, son perfectamente buenos nombres romanos ¡Sin embargo, ninguno de ellos aparece en ningún manuscrito antiguo de Romanos 16:7! (Por Kathryn J. Riss) Continuará…