Nº 1.819 – 12 de Mayo de 2019
“Mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, a fin de hacer arder continuamente las lámparas.” (Éxodo 27:20)
Las aceitunas han de ser machacadas para extraer el llamado “oro líquido”, el aceite de oliva virgen. Todos nosotros hemos de pasar por el lagar y la prensa de la vida para que saque el Señor lo mejor de sus hijos e hijas. Si nuestro ego no fuese aplastado, nunca podríamos alcanzar la paz que Jesús nos ha dejado. Todas las experiencias vividas nos preparan para llegar a la armonía, a la madurez, donde el fruto de la paz se puede llegar a recoger y es abundante. Sin paz no podemos ser enviados al mundo: “Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también Yo os envío.” (Juan 30:21) Viviendo sin la paz de Cristo gobernando el timón, es imposible alumbrar al mundo. Necesitamos tener abundante aceite en nuestras lámparas para que la llama no se apague ni disminuya su intensidad. Nosotros traemos nuestras lámparas y las arreglamos delante del Señor, pero el combustible sólo puede ser el Espíritu Santo. La promesa que Dios le dio a Abraham, padre de los creyentes, fue que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra. La simiente es Cristo. Por tanto, por medio del Espíritu de Jesucristo, pueden ser bendecidas todas las familias del planeta. “Yo enviaré la Promesa del Padre sobre vosotros…” dijo Jesús. Seamos conscientes de la grandeza del amor divino que quiere derramar Su Espíritu sobre todos los seres humanos, para que la luz nunca se apague. Hablemos del Espíritu Santo a las personas… De su búsqueda constante de corazones dispuestos a la apertura. Queremos compartir “aceite puro” no adulterado, sin mezcla, así que abandónate al viento del Espíritu y déjate llevar.
Pastor Antonio Martín Salado