Nº 1.817 – 28 de Abril de 2019
“Ciertamente no hay en la tierra hombre tan justo, que haga el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20)
Cuando nos manchamos los pies con el barro del camino, no nos queda otra que lavarlos llevándolos a Jesús. No hay otra opción ni otra solución. “El que esconde sus pecados no prosperará; pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13)
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él (Jesucristo) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo, el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 1:5 al 2:2)
Dejemos que nuestro Señor y Salvador Jesucristo lave nuestros pies y, siguiendo su ejemplo, lavémonos también los pies los unos a los otros. Siempre podemos ayudarnos a confesar nuestros pecados y anunciarnos mutuamente el perdón divino. Oremos unos por otros para ser sanados.
“Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.” (Juan 13:17)
Amén.
Pastor Antonio Martín Salado