Nº 1.693 – 11 de Diciembre de 2016
Es importante tener presente que estamos pasando de la sociedad industrial a la sociedad de la información. Hoy la disponibilidad de conocimientos es extraordinariamente mayor y más rápida que nunca antes.
Sin embargo, eso tristemente no significa que haya mejorado la comunicación entre los seres humanos. Sólo significa que podemos enviar y disponer de datos con mayor rapidez. Pero la incomunicación entre las personas va en aumento constante.
La informática acerca los datos, la información, pero el acercamiento entre los seres humanos, la verdadera comunicación de sentimientos y de emociones brilla por su ausencia. Podemos intercambiar el mensaje en tiempo real. Eso es un hecho constatable. Pero los corazones no pueden traducirse a lenguaje digital. Podemos enviar datos a muchos miles de kilómetros casi instantáneamente, pero quizá no conoces el apellido de tus vecinos, ni sabes realmente nada acerca de tus vecinos de la puerta de al lado, a quienes puede que jamás hayas comunicado el Evangelio.
Nos estamos haciendo interdependientes a nivele nacional e internacional. Pero esto no está haciéndonos más cercanos ni más solidarios. Y lo que es peor: Nos está volviendo en seres expuestos a más manipulaciones, exclusiones y nuevas formas de dependencia.
Aprovecho nuestro boletín dominical para recordarte que el primer axioma de la comunicación es que no es posible no comunicarnos. Tanto si hacemos como si no hacemos, siempre estamos comunicando un mensaje. Cualquier comportamiento, mensaje, sean palabras o silencios, gestos o señales, actividad o inactividad, tienen siempre el valor de estar comunicando algo. Somos comunicacionales por naturaleza
Quiera Dios que los nuevos métodos de información no anulen todavía más nuestra responsabilidad de comunicar el Evangelio.
Mucho amor, y mucha comunicación. Joaquín Yebra, pastor.