Nº 1.695 – 25 de Diciembre de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Fue el emperador Constantino I, fundador de la nefasta dinastía que llevó su nombre, quien ordenó la celebración del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en este día, el 25 de diciembre, festividad en honor al dios Sol, a quien él adoraba, y con quien se esforzó por fundir mediante sincretismo con la fe de la primera cristiandad.

Llevamos años enseñando que nosotros no celebramos que Jesús naciera en Navidad, por cuanto no fue en esta época del año cuando María de Nazaret dio a luz a Jesús, sino que en Navidad celebramos que Jesús nació. El emperador Constantino cambio el calendario cristiano original, que no era otro que el heredado del pueblo de Israel.  Cambió el día de reposo y culto cristiano en el séptimo día de la semana por el primero, dedicado a la adoración a Mitra, dios solar, como se desprende de su edicto al respecto, y de las lenguas germánicas, con el Sunday inglés, el Sontag alemán, y su equivalencia en las lenguas escandinavas.

Ordenó que el comienzo del año pasara del primer día del mes de Aviv, llamado Nisán después del exilio, por el primero del mes dedicado al dios Jano, de donde nos ha llegado el nombre de Enero, deidad cuya efigie estaba formada por dos rostros unidos por la parte posterior de la cabeza, representando al año que terminaba y al que daba comienzo. No contento con eso cambió también la fecha dela Pascua, para que no coincidiera en su iglesia romana con la fecha dela Pascuahebrea, la que Jesús celebró.

Los desmanes y atrocidades del emperador Constantino fueron los cambios que hicieron de la cristiandad original una nueva religión helenizada que ha continuado a través de los siglos, hasta nuestros días. Luego llegarían los árboles navideños, con sus claras trazas druidas, y toda una serie de tradiciones nórdicas, como el duende barrigudo que oculta bajo su rojo ropaje inventado por Coca-Cola, al bueno del obispo Nicolas (270-345). Pero el hecho incuestionable, del que dan testimonio los Evangelios, es que cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo Jesucristo a este mundo para dar su vida por nosotros.

Eso, solamente eso, es lo que celebramos en este día con el resto de la cristiandad. Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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