Nº 1.685 – 16 de Octubre de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Los insultos, las ofensas, los vituperios y las calumnias son absolutamente inevitables.

A todos nos han llegado en alguna ocasión, o nos llegarán un día.

Somos hechos de barro, y por lo tanto, somos vasijas muy frágiles, que con suma facilidad podemos quebrarnos e incluso rompernos en añicos.

Con Cristo Jesús en el corazón vamos a poder evitar caer en semejantes acciones destructoras, y también vamos a lograr evitar que quienes practiquen tales despropósitos nos afecten o dañen nuestra vida.

En las pisadas de Jesucristo vamos a bendecir a quienes nos insulten, ofendan o calumnien.

Vamos a poder orar por quienes procuren nuestro mal.

Vamos a interceder por ellos al Padre Bendito.

Vamos a bendecir a quienes nos maldigan.

Vamos a confiar en que Dios es poderoso para cambiar los corazones de quienes procuran nuestro desprestigio.

Vamos a pedirle a nuestro Señor que cure nuestras heridas, y también las de aquellos que heridos sólo saben herir.

Podemos tener la seguridad de que con la mirada puesta en Jesús de Nazaret vamos a ser inducidos por el Santo Espíritu de Dios a orientar nuestras energías hacia el bien.

También vamos a ser hechos conscientes de nuestras capacidades, y a recibir la gracia divina para aprovecharlas en la reconstrucción de esas almas demolidas que sólo saben dañar, perjudicar y desprestigiar.

Dios nuestro Señor anhela que rindamos nuestro corazón a quien supo reconstruir y renovar las vidas de cuantos tuvieron un encuentro con El.

Esa es también la tarea que nos ha sido asignada por el Maestro.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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