Nº 1.683 – 2 de Octubre de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Todos tenemos algún defecto físico, más o menos acentuado. Pero hay quienes no lo aceptan, y sufren mucho, y hacen sufrir también a muchos.

Sólo poniendo nuestra mirada en Jesucristo vamos a descubrir el verdadero camino de la belleza, más allá de cualquier defecto o deficiencia que podamos tener.

Así lograremos contemplar la belleza genuina, más allá de nuestra carne:

Con el buen trato a las personas y a los demás seres vivos.

Con la suavidad y la bondad en nuestras palabras y gestos.

Con la sinceridad en nuestros afectos.

Con la visión alegre y optimista de la vida.

Con nuestra abierta confesión de nuestros errores.

Con la transparencia de nuestros actos.

Con el amor profundo que se da sin esperar nada a cambio.

Con la generosidad que halla su fuente en la nobleza de Jesús de Nazaret.

Amar como Jesús amó y ama, es la meta auténtica de la vida cristiana.

Creer en los hombres, sus hermanos menores, ha de ser nuestra fe.

Orar como Jesús nos ha enseñado a orar, lejos de la práctica farisaica, ha de ser nuestro objetivo.

Perdonar como Jesús perdonó y perdona a de ser nuestra bandera.

Entonces descubriremos que el Evangelio Eterno, el Evangelio del Reino de Dios y de la Gracia de Cristo, es efectivamente poder de Dios para salvación, terapia de lo alto, fuerza liberadora incomparable.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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