Nº 1.674 – 31 de Julio de 2016
Muchos afirman que hacemos lo que queremos hacer, y no hacemos lo que no queremos hacer. Sin embargo, el Apóstol Pablo afirma en su Carta a los Romanos 7:19-23 que hay una ley en nuestra carne que obra en sentido opuesto: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.”
Pablo concluye en el versículo 24 formulando una pregunta capital: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Y la respuesta del Apóstol Pablo no puede ser más clara y contundente: Romanos 7:25: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”
En Cristo Jesús Señor nuestro somos liberados de la ley del pecado y de la muerte, que opera en nuestra carne; es decir, en nuestra vieja naturaleza. Si fuéramos “liberados” de la Santa Ley de Dios, que es perfecta, eterna y convierte el alma, es decir, si fuéramos “liberados” del Decálogo, semejante despropósito sería absolutamente contrario a la voluntad de Dios, que es nuestra santificación. Este error tan extendido es causante de que muchos caigan en la “gracia barata”, en la degeneración de la divina gracia en libertinaje, al errar creyendo que Dios justifica el pecado en vez de justificar al pecador.
La gracia de Dios nos ha sido dada en Cristo Jesús para que caminemos en sus mandamientos, ésos que sin Cristo eran pesadas cargas, pero que ahora, bajo la gracia y providencia divinas han sido transformados en delicias que anhelamos vivir. No olvidemos lo que Jesús nos ha dicho respecto a los mandamientos dela Santa Leyde Dios:
Mateo 19:17: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.”
Juan 8:51: “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.”
Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.