Nº 1.673 – 24 de Julio de 2016
No hemos de desesperar por los obstáculos que hallemos en el camino del crecimiento espiritual.
Esos obstáculos están ahí para encender nuestro deseo de crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Están ahí también para que renovemos nuestros esfuerzos y profundicen nuestros anhelos.
Cuanto más grande sea nuestra meta, mayor será el anhelo que necesitemos para avanzar hacia ella.
Recordemos que nuestro Señor jamás permitirá que se presente un obstáculo que no estemos preparados para superar.
Y en medio de los obstáculos, recordemos que el sentimiento de alejamiento de Dios es eminentemente subjetivo.
Se trata de un sentimiento nuestro, pero no responde a la realidad.
Nuestro Señor Jesucristo ha prometido jamás dejarnos ni desampararnos.
Si muestras a todos que tu anhelo es crecer en tu devoción a Dios, serás considerado un fanático.
Eso es inevitable; pero la devoción al Padre Eterno y a su Hijo Jesucristo no es fanatismo, sino obra del Santo Espíritu de Dios, quien nos anhela ardientemente.
El verdadero fanatismo es la dedicación de la vida a lo que endurece el corazón y arrastra por encamino ancho.
Siendo falibles en nuestra humanidad, como lo somos, la victoria, como el mundo la entiende, y la verdad no siempre caminan juntas.
Eso significa que si siempre pretendemos ganar, no siempre estaremos al lado de la verdad.
Todo en este mundo y cuanto acontece es prueba destinada a que ejerzamos nuestra libertad de elección.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.