Nº 1.672 – 17 de Julio de 2016
Los buscadores necesitan –necesitamos- aprender a escuchar, y tener siempre presente que Dios en su infinita misericordia nos dotó de dos oídos y una sola boca.
De esto se desprende que hemos de escuchar el doble de lo que hablemos.
Creo que tarde o temprano todos los buscadores aprendemos que escuchar es recibir. Y para poder dar es menester primeramente recibir. De modo que nadie jamás podrá dar lo que no tiene, por mucho que se esfuerce.
Quien no sabe cómo recibir, o bien no lo desea, no puede ser un buscador.
De ahí el viejo proverbio que dice que aunque las Sagradas Escrituras hayan sido dadas a los hombres una sola vez, cada uno de nosotros debemos recibirlas cotidianamente.
Deberíamos siempre recordar que servir a Dios en todo momento es el gran deber que se nos encomienda a los humanos, sea que estemos trabajando, o estudiando, u orando o haciendo cualquier otra tarea.
Siempre se presentarán ante nosotros dos elementos en forma de opciones: uno del bien y otro del mal.
Y siempre será necesario discernir entre ambos para tomar nuestra decisión consecuente y responsable.
Procuremos siempre observar lo bueno que hay en el otro, concentrémonos en ello, destaquémoslo y comprobaremos que hay mucho siempre más allá de la simple vista.
En esa labor vamos a descubrir también lo bueno que hay en nosotros mismos, sin enorgullecernos de ello, sino reconociéndoselo al Señor que siembra silenciosamente en los corazones de todos los humanos.
Concentrémonos, destaquémoslo y veremos como se transforma la depresión en alegría. La verdad es una; la falsedad es múltiple. La falsedad hace que el ojo de la mente se nuble. La verdad siempre despeja el nublado.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.