Nº 1.666 – 5 de Junio de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Las Sagradas Escrituras son una mina en la que se hallan los ricos tesoros de la revelación de Dios a los humanos, entremezclados con la historia de Israel, biografías, epopeyas, poesía, profecía, revelación, sabiduría, y cuyo máximo esplendor se halla en la persona, vida y obra de Jesús de Nazaret, a quien el Padre Eterno ha designado para ser nuestro Señor, Salvador y Maestro.

Se nos insta a escudriñar las Sagradas Escrituras, pues en ellas está el testimonio de Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios, el Verbo Eterno, quien es Dios, uno con el Padre, y en quien habita corporalmente toda la plenitud dela Deidad.

“Escudriñar” es el verbo que aparece en el texto del Evangelio de Juan 5:39, donde Jesús dice: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.”   El vocablo original griego es el verbo “eraunao”, cuyo sentido es el de “estudiar”, “analizar” y “escrutar”, y cuya raíz proviene de “excavar en la tierra”, como hace el minero, hasta hallar la veta del mineral preciado y proceder a su extracción.

¿Y cuál es esa veta que hemos de escudriñar? Ese filón es la infinita compasión de Dios nuestro Señor en la persona de Jesucristo, el Unigénito Hijo, nuestro Redentor, cuya sangre nos limpia de todo pecado. Conocer la justicia de Dios en el Amado es la veta en que podemos contemplar las maravillas del amor redentor del Dios Altísimo. Nuestra responsabilidad en la labor de escudriñar las Sagradas Escrituras es al mismo tiempo el mayor placer imaginable.

Para ello, sin eludir nuestra responsabilidad personal, contamos fundamentalmente con la guía prometida del Santo Espíritu de Dios, así como la ayuda de los pastores y maestros que, dotados del equilibrio imprescindible para la enseñanza, tenemos como objetivo primordial despertar hambre porla Palabrade Dios, y no dar la comida previamente masticada.

Para efectuar el escrutinio de las Escrituras no estorbará nunca la erudición, fruto del estudio, pero lo auténticamente imprescindible será siempre la nobleza de corazón.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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