Nº 1.665 – 29 de Mayo de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Las actitudes del estudiante de las Sagradas Escrituras son cruciales. Ya hemos considerado este asunto anteriormente, pero creemos que es necesario volver sobre ello. Nuestra aproximación ala Biblia, como Palabra escrita del Dios vivo, ha de hacerse con santo temor reverente, como discípulos en la escuela de Jesucristo.

Debemos confiar en que siempre podemos contar con la guía del Santo Espíritu de Dios nuestro Señor. Sin embargo, eso no nos exime del esfuerzo diligente que hemos de realizar en el estudio de las Sagradas Escrituras, sabiendo, al mismo tiempo, quela Bibliaes una mina que jamás podremos explotar en su totalidad.

Nuestra responsabilidad radica en reconocer la verdad en las Escrituras, ejemplificándolas y compartiéndolas con otros hombres y mujeres. Conviene tener muy presente que el mejor expositor dela Bibliaesla Bibliamisma, lo que implica nuestra necesidad de cotejar las Escrituras y comparar todos los textos paralelos.

Siempre serán de ayuda los libros de estudiosos acerca de las costumbres y prácticas de los tiempos bíblicos. Pero por encima de todo tema o asunto enla Biblia, tengamos muy presente que el propósito fundamental de las Sagradas Escrituras es darnos a conocer lo que Dios en su misericordia ha querido revelarnos acerca de su propia persona, de Jesucristo, del Espíritu Santo y de la salvación del hombre.

También hemos de procurar no olvidar que nuestro objetivo en el estudio bíblico no es el mero conocimiento académico, sino su aplicación en nuestra propia vida, en la vida de la comunidad de fe de la que formemos parte, y de todos los hombres y mujeres con quienes compartimos el camino de la vida.

Las verdades bíblicas aprendidas hemos de aplicarlas en la experiencia cotidiana de nuestro vivir, y en nuestras relaciones con los demás, en la experiencia vital de nuestra participación en la iglesia, y en todas las oportunidades que se nos brinden para dar testimonio del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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