Nº 1.658 – 10 de Abril de 2016
El ministerio pastoral no consiste en ordenar a los cristianos lo que tienen que hacer, sino enseñar lo que Dios nos muestra en las Sagradas Escrituras y capacitar a los hermanos y hermanas a usar su libertad para tomar las decisiones que en conciencia respondan a los mandamientos, preceptos y ordenanzas de nuestro Señor.
El ministerio pastoral tampoco consiste en poner las normas y principios denominacionales por delante de los mandamientos de Dios nuestro Señor, ni inducir al tremendo error de considerar que el prestigio de la denominación esté por delante del bienestar de los hermanos.
En definitiva, jamás debemos olvidar que después de Dios no hay nada más sagrado en el mundo que la persona humana. Es más, que la adoración a Dios tiene que pasar necesariamente por el amor y el respeto al hombre y al resto dela Creación.
El ministerio pastoral tampoco puede ser el mero desempeño de una profesión. Es magnífico que quienes ejercen el ministerio pastoral procuren prepararse adecuadamente para tal función, pero la capacitación académica y teológica jamás podrán ocupar el lugar que solamente corresponde a la llamada del Señor a su servicio a favor de los hermanos y hermanas.
No debemos olvidar que todos los cristianos somos llamados a ser siervos de Dios, y los pastores no somos ninguna excepción. De modo que como siervos no podemos pretender ser señores del rebaño, ni directores ejecutivos de una transnacional religiosa, en lo que infortunadamente se están convirtiendo muchos que transforman a la iglesia en una empresa de este mundo.
No hemos de permitir que para ganar adeptos se relativicen las verdades reveladas en las Sagradas Escrituras, convirtiendo la gracia de Dios en libertinaje, haciendo olvidar a muchos que Jesucristo nos salva de nuestros pecados, no para seguir pecando bajo el pretexto de la gracia, sino para capacitarnos para andar en los mandamientos de Dios y en la fe de Jesucristo.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.