Nº 1.653 – 6 de Marzo de 2016

Publicado por CC Eben-Ezer en

Decía Juan Jacobo Rousseau: “Cuando escucho, olvido; cuando veo, recuerdo; cuando hago, aprendo.” Y en la Carta a los Romanos 2:13, el Apóstol Pablo afirma que “no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley serán justificados.”

También el Apóstol Santiago se expresa en términos semejantes al escribir su Epístola Universal: Santiago 1:21-22: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la Palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la Palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”

¿Hay alguna contradicción entre la enseñanza de que somos justificados ante Dios por medio de la fe, y el cumplimiento dela Santa Leyde Dios? Creemos que en ninguna manera, por cuanto la fe de Jesucristo obra por el amor y nos conduce a anhelar los Mandamientos de Dios, los que antes de entregar nuestro corazón a Jesucristo nos parecían pesadas cargas en nuestra vieja naturaleza. Pero venida la fe de Jesucristo, cuando reconocemos nuestro pecado, es decir, nuestra vana manera de vivir, y nos arrepentimos, nos damos la vuelta, y entregamos nuestro corazón a Jesucristo, quien primeramente entregó el suyo por nosotros, recibiendo a Cristo Jesús en nuestras vidas como único Señor y Salvador personal, eterno y todo suficiente, nacemos del Espíritu Santo para andar por los Mandamientos de Dios.

Ahora, estando en Cristo Jesús, nuestro anhelo es andar por los Mandamientos, por cuanto sabemos que es lo que más agrada a Dios, y lo que a nosotros más nos conviene. Jesús ha dicho en el Evangelio: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva muchos fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” (Juan 15:4-6).

Escuchemos, veamos y hagamos, para no olvidarla Buena Palabra.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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