Nº 1524– 8 de Septiembre de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Jesucristo ha dicho: “Yo soy la Resurrección y la Vida”. Y mirando a Jesús comprendemos que la vida es una larga lección de humildad.

Por eso es que como dijo Richard Bach, “he aquí una prueba para verificar si tu misión en la vida ha concluido: Si estás vivo, no ha concluido.”

En la vida hay tres cosas verdaderamente destructivas: La ira, la avaricia y el egoísmo.

Ninguna de ellas apareció jamás en los días de Jesús de Nazaret entre nosotros.

Por eso se nos dice “el que no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros.”

En términos teológicos, la vida consiste en ver a Dios en todas las cosas, en todos los acontecimientos y en todas las circunstancias como la luz infinita y el amor incondicional.

Pero también es ser uno con el universo, en consonancia con lo que se muestra infinito ante nuestros ojos.

También consiste en descubrir dentro de uno mismo el origen último del significado y la felicidad.

La vida que Dios nos ofrece en Jesucristo es como una flor que no deja de exhalar su fragancia.

Suceda lo que suceda, no se marchitará ni dejará de esparcir su aroma.

Esa vida no estará libre de temores, pero se nos concederá el valor de enfrentarlos.

No estará libre de sufrimiento, pero se nos dará corazón suficiente para dominarlo.

Y con nuestra paciencia, don divino, ganemos nuestras almas.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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