Nº 1523– 1 de Septiembre de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Si estudiamos cuál puede ser la causa de la felicidad humana, descubriremos fácilmente que no se halla en el dinero, ni en el lujo, ni en el poder, ni en el ocio, ni en los actos tenidos por sumamente placenteros.

En la gente feliz siempre se halla una vida interior rica y abundante, generadora de alegría llana y espontánea, especialmente respecto a las cosas pequeñas y sencillas, las tenidas por insignificantes por muchos y despreciadas por los más.

En la gente feliz siempre se descubre la ausencia de envidias que conducen a la insensatez, agresividad y divismo.

En las personas felices siempre se manifiesta una gran dosis de humor, de capacidad para descubrir el lado jocoso de las cosas y de las situaciones, especialmente de los encumbrados que se ocupan de las cosas más inútiles, pero creen que el mundo no giraría si no fuera por ellos.

Como ha dicho Anthony de Mello, “las cosas que acabarán con la raza humana serán la política sin principios, el progreso sin compasión, la riqueza sin esfuerzo, la erudición sin silencio, la religión sin riesgo, y el culto sin conciencia.”

No se puede buscar el favor de las masas y conservar la virtud.

Tampoco se puede caminar con los reyes del mundo sin perder la sencillez.

Las plantas vivas son tiernas y flexibles, pero muertas son secas y duras.

Por eso Jesús vino para estar entre nosotros como “vara verde”: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago (‘vara verde’) retoñará de sus raíces”. (Isaías 11:1).

Ahora es el momento de poner toda nuestra confianza en Cristo Jesús.

Hoy es el día de salvación: Cree en Jesucristo y serás salvo.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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