Nº 1522– 25 de Agosto de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Si nos acercamos al poder y a la fama, nos será absolutamente imposible mantenernos limpios.

Aunque el vestido se lave cien veces, no podrá quedar limpio si se lava con agua sucia.

Si  nos aproximamos al poder y a la fama, descubriremos que allí no hay perdón.

Si nos acercamos al poder y a la fama, comprenderemos por qué el poder siempre corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.

En eso círculos del poder y la fama descubrirás, antes que después, que quienes te adulen indebidamente, te censurarán también injustamente.

Cuando el discípulo preguntó al maestro qué debía hacer para perdonar a otros, el maestro le dijo que si no condenara a nadie, nunca tampoco tendría necesidad de personar a otros.

No hay una forma de creatividad más excelsa que la práctica del perdón.

Perdonar es generar nueva vida y nuevas alegrías.

Es crear nuevas posibilidades en nosotros mismos y en los demás.

Jesús nos ha dicho que perdonemos hasta setenta veces siete cada día, es decir, siempre.

¿Y por qué hemos de perdonar tantas veces? Porque nosotros también tenemos una inmensa necesidad de perdón.

Y como dijeron los sabios antiguos de Oriente: “Virtuoso es quien no se absuelve a sí mismo de las imperfecciones de los demás.”

El perdón mantiene una rama de árbol verde en el corazón de quien lo practica, y quizás aparezca un pájaro cantor que se pose en ella.

Mucho amor y muchos perdón.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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