Nº 1517– 21 de Julio de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Una de las experiencias más tristes y amargas es la de las amistades rotas.

En dichas rupturas siempre hay dolor, tristeza, amargura y sentimiento mezclados, pero también puede haber oración.

He conocido rupturas causadas por falta de entendimiento, o por malentendidos.

He conocido rupturas originadas por la murmuración, la envidia, las iras y las contiendas, y un gran número de otros demonios viejos.

No querría dejar este mundo con rupturas pendientes de reparar por mi parte.

Pero no tengo mucha esperanza de que algunos que decidieron romper su amistad estén dispuestos a reconocer su parte y restaurar lo deteriorado. Especialmente la traición es dura de reconocer.

Con todo, sé que nada hay imposible para Dios, cuando está en su voluntad soberana, y cuando nosotros estamos dispuestos a hacer lo que nos corresponde por nuestra parte. Como dice el Talmud: “Si lo que está entero puede romperse, lo que está roto puede unirse.”

Pero si están dispuestos a volver –yo no me he ido- no seré yo quien les cierre la puerta. Mi oración es que quienes han salido mintiendo, confiesen su pecado para recibir el perdón que nuestro Señor tiene preparado para todos cuantos se lo piden.

Mi oración es que sepamos conservar las amistades dispuestos a confesar nuestras ofensas, manifestar nuestras discrepancias, proceder al perdón y la reconciliación, como nos enseña nuestro Señor Jesucristo.

Mi esperanza es que estemos dispuestos a dejarnos guiar por el Espíritu Santo para fortalecer nuestros lazos y vínculos, para que nuestro amor no esté fundado en nada ni en nadie que no sea la bendita Persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

Categorías: Año 2013