Nº 1515 – 7 de Julio de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la vida es un camino por el que realizamos un viaje, el más importante de todos cuantos hayamos hecho o podamos realizar.

Y para los creyentes, la fe es el camino que aunque pueda parecernos que tiene un final, no es nada más que una apariencia.

La Resurrección de nuestro Señor Jesucristo es la promesa de que Dios no puede ser engañado ni vencido.

La sabiduría divina es imaginativa e innovadora más allá de todas nuestras expectativas.

Necesitamos la luz y la dirección de Dios para realizar nuestro viaje y ser liberados de todos los peligros propios de un desplazamiento generalmente largo.

Nuestra gratitud debe dirigirse a nuestro Señor, quien prepara siempre todas las etapas del viaje delante de nosotros.

Jesucristo, quien ha declarado ser el Camino, y la Verdad y la Vida, es nuestro compañero de viaje en la bendita Persona de su Santo Espíritu.

Él es el peregrino que nos bendice con valor para atravesar las etapas más duras del viaje.

Es quien nos bendice con buenos compañeros de jornada en el curso del camino.

Nos bendice también aligerándonos la impedimenta y refrescándonos con lluvia del cielo…

Con paciencia para superar las etapas más duras del recorrido…

Con humildad para poder aprender de los compañeros de viaje…

Con el pan fresco de cada día y el descanso tras la dura jornada… Podemos estar seguros de que nunca vamos a estar solos.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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