Nº 1513 – 23 de Junio de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

La oración en tiempos difíciles no es ir silbando por la noche oscura.

La oración en medio de los obstáculos, impedimentos y frustraciones es una cercanía a nuestro Señor, quien nos ama con un amor extraordinario e inexhaustible.

Es un amor del que no podremos nunca separarnos, aunque en nuestra dureza de corazón intentemos distanciarnos.

Entregarnos en las manos de nuestro Señor no es fatalismo, sino la confianza basada en el conocimiento de los caminos de Dios que hemos visto en la vida de Jesús de Nazaret, quien no nos ha ofrecido, como tristemente hacen tantos engañadores de nuestros días, una vida de éxito carente de sufrimiento, sino que nos ha advertido que si alguno quiere ser su discípulo, ha de negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirle.

¿Cómo podemos esperar una vida libre de padecimientos si somos llamados a seguir a un Maestro que murió en una Cruz miserable?

Lo que Jesús nos ha ofrecido ha sido su amistad, el amor del Padre de las Luces, y la compañía sin fin de su Santo Espíritu Consolador.

También se nos ha prometido, por pluma del Apóstol Pablo, que nuestro Señor no permitirá que seamos tentados, es decir, probados, más allá de nuestra fortaleza para resistir la tentación, y que incluso con esa prueba nos será dada también la salida (1ª Corintios 10:13).

Pablo también nos ha enseñado con su testimonio que ha de bastarnos la gracia de Dios, por cuanto el poder divino se perfecciona en la debilidad nuestra. (2ª Corintios 12:9).

Nuestro reto es a vivir bajo esa confianza, con la mirada clavada en Jesucristo, en obediencia al Padre, bajo la dirección del Espíritu Santo.

Mucho amor.

Joaquín Yebra,  pastor.

 

Categorías: Año 2013