Nº 1496 24 de Febrero de 2013
Nos falta atrevimiento y osadía. Nos falta imaginación. Nos faltan muchas cosas. Sobra desvergüenza. Para saber la causa y razón de los convencionalismos establecidos en nuestra sociedad, sólo hay que preguntarse quién los ha determinado, impuesto y arraigado. Es como si quieres saber por qué se ha instalado una estación del AVE en un determinado emplazamiento donde casi nadie se sube ni se apea: Hay que pregunta quién es el dueño de los terrenos colindantes.
El cristianismo organizado ha cometido, y sigue cometiendo, el pecado de no importarle las motivaciones de quienes se han apartado de los valores establecidos como correctos en la sociedad no inventada por la sociedad sino por sus aparentes garantes, es decir, sus explotadores.
La paz sólo se podrá conquistar mediante la paz. Nunca la guerra podrá producir paz… Hay que ver nacer al sol cada día… Hay que contemplar nuevos horizontes… Hay valores que no deben permanecer, por cuanto son sólo valores para unos pocos… Hay que pedir a Dios lo imposible, porque lo posible podemos hacerlo nosotros… Claro, si nos dejan…
Hay que pedir que los plátanos se enderecen y que se fabriquen donuts sin agujeros, que nos expliquen por qué los hombres tenemos pezones, si no damos de mamar a nuestros hijos, y también por qué los tostadores de pan tienen graduado el tiempo hasta el 10, cuando en el 3 ya se quema la tostada…
Necesitamos aprender a reconocernos a nosotros mismos para después comenzar a reconocer a los demás…
Si verdaderamente miramos a Jesús de Nazaret, comprenderemos que en esta sociedad sólo hay dos opciones: Robar o ser robado.
Leí una vez en el Metro de Barcelona un graffiti que decía así: “La Felicidad consiste en ver las cosas al contrario de cómo te las presentan”. Por eso es que la mayoría de los muertos se mueren porque ya están muertos.
Jesús de Nazaret dijo haber venido para darnos vida y vida en abundancia. Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.