Nº 1492 27 de Enero de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Decía Albert Einstein que “hay dos maneras de vivir la vida: La primera es pensar que nada es un milagro. La segunda es pensar que todo es un milagro. De lo que estoy seguro es de que Dios existe.”

Me inclino siempre a pensar que todo es un milagro, por cuanto nada de cuanto es bello sin precio es producto del que el hombre pueda jactarse.

Pero para percatarnos de esto es menester apagar la pantalla del televisor y encender la pantalla grande de la sensibilidad, de la apertura a las sensaciones que el alma sólo percibe en el sosiego y en la calma, en la tranquilidad y en la serenidad, en la ensoñación y en el silencio.

Necesitamos estar abiertos a que cualquiera de estas noches salga el sol… Precisamos estar alerta para descubrir todo cuanto hay más allá de nosotros mismos.

Hay que aprender a disfrutar de la lluvia y del sol, de las luces y las sombras… Urge aprender a ver lo que nuestro Señor Jesucristo nos insta a contemplar…

“Mirad las aves de los cielos… Mirad los lirios de los campos…”

En esos objetos que se hallan fuera de los escaparates vamos a encontrar medicina natural para muchas de nuestras enfermedades, penas, congojas, angustias y toda una larga cadena de ataduras.

Hemos olvidado cómo disfrutar de lo que nos rodea, nos hemos vuelto “ladrillos vistos”, y el rumor de la Creación ha ido distanciándose de nosotros paso a paso y día a día.

Hay pájaros en tu barrio, algún parque cercano, arboleda en las calles, y nubes y claros en los cielos.

Madrid tiene puestas de sol, y los cielos velazqueños no sólo se contemplan en la Moncloa, también son visibles en la Villa de Vallecas.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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