Nº 1490- 13 de Enero de 2013

Publicado por CC Eben-Ezer en

Sólo en la desnudez más absoluta y radical podemos contemplar nuestra propia grandeza.

Por eso es que Francisco de Asís, a quien yo llevo muchos años refiriéndome como “Paco el Buena Gente”, a quien Roma ha tratado de poseer en exclusividad, hijo de un ricachón, joven juerguista, alistado en el ejército, herido y enfermo varias veces, se encaró un día con el Evangelio y llegó a entregar su corazón a Jesucristo.

Lo dejó todo, se fue a vivir entre los pobres, a curar leprosos, y su padre recurrió al obispo para que hiciera entrar en razón al joven. Fue entonces cuando Francisco se desnudó en público, quedándose como su madre le trajo al mundo, para tratar de mostrar a todos lo que había acontecido en su vida, y cómo se había tenido que “desnudar” de todo al conocer a Jesús de Nazaret, el Verbo de Dios que también se “desnudó” de su gloria exterior para poder estar entre nosotros como uno de nosotros, y así poder dar su vida por sus hermanos.

Aunque me he desnudado de algunas prendas, no he sabido, no he querido, o no me he atrevido hasta el día de hoy a desprenderme de todo. Por eso admiro a “Paco el Buena Gente”, un hermano mucho más “evangélico” que yo, desprendido y valiente para acabar con convencionalismos ridículos de la acomodada burguesía, o de los que darían cualquier cosa por pertenecer a ella.

Necesitamos más cristianos convencidos de la necesidad del compromiso solidario gratuito, nosotros que tanto hablamos de la gracia.

Necesitamos más “pacos” que nada pidan o todo estén dispuestos a dar, sin esperar nada a cambio.

Necesitamos fortalecernos en la bendita Persona del Espíritu Santo para no caer en las tentaciones que el mundo nos ofrece.

Necesitamos atrevernos a romper moldes, a vivir la libertad gloriosa de los hijos e hijas de Dios; libres para vivir y morir cantando.

Mucho amor.   Joaquín Yebra,  pastor.

 

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