Nº 1.890 – 20 de Septiembre de 2020
«Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.» (Lucas 6:20)
Jesús miró significativamente a sus discípulos. ¿Quiénes eran éstos? La palabra puede referirse al círculo amplio de seguidores, a «una gran multitud de gente que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades.» (v. 17)
Pero sabemos que la mayoría le siguieron un tiempo, por interés, porque les alimentó con pan y pescado, para después volverse atrás y seguir con sus propias vidas como si nada. El encuentro con Jesús apenas les sirvió.
Entonces las palabras «Bienaventurados vosotros los pobres» eran más apropiadas para el grupo de los doce, a quienes el Maestro había escogido un poco antes, el mismo día (después de haber pasado la noche orando) y que habían dejado todo para servirle, uniendo a Él su destino para siempre.
¿Dónde estoy yo? ¿Dónde estás tú? ¿Entre la multitud que sólo quiere salud y buenos alimentos? O «¿Entre los escogidos para ser pobres reconociendo que necesitan seguir al Cordero por donde quiera que va?
No sigamos a Jesús porque nos da cosas. Si es así, pronto nos volveremos atrás. Sigamos a Jesús porque sin Él, somos los más pobres, espiritualmente hablando, de la Tierra.
Pastor Antonio Martín Salado