Nº 1.879 – 5 de Julio de 2020
El diálogo entre los viejos y los niños es el cimiento de la armonía de la nación. Pero la juventud que menosprecia a la vejez, jamás aprenderá a reflexionar sobre la vida ni cosechará los frutos de la comunicación.
El Estilo es hijo de la señora Economía y del señor Buen Gusto. Mas el fruto del capricho es abortivo.
El estudiante se alista para el examen final. Pero es Dios quien le conduce al éxito.
El fetichismo sujeta anclas en la basura. Pero la visión de lo eterno, libera la barca de la vida.
El fruto de la eficiencia es la mejor calidad, lograda con el menor costo y esfuerzo. Mas los regímenes retrógrados favorecen la peor calidad, lograda con el mayor costo y esfuerzo.
El funcionario sabio sabe que depende del público, y considera su labor una retribución. Pero el que logra un puesto por la magia del “tarjetazo”, se cree la “divina pomada”.
El golpe del yunque endurece, pero elimina la escoria.
El hábito no hace al monje, pero le da la apariencia. Y tras la identificación, se busca el contenido.
El hombre de corazón sabio siente el abrigo de su sangre; aprecia la dimensión de su vista; piensa que piensa y que existe, y termina por alabar al Creador. Pero el ateo es un cadáver.
El hombre de corazón sano alaba a Dios por lo bello, por lo puro y placentero. Pero el tipo morboso destruye todo lo hermoso por un capricho pasajero.
El HOMRE está latente en el hombre. Pero sólo en Dios halla su plenitud.
(Tomado del libro “PROVERBIOS: Reflexión de la vida” de Moisés Chávez)