Nº 1.876 – 14 de Junio de 2020
Los discípulos de Jesús, el grupo formado por los doce y las mujeres, recibieron una formación más que excelente. Estuvieron unos tres años conviviendo con el Maestro. Escucharon Sus enseñanzas, vieron Sus milagros y Sus buenas obras. Tuvieron la oportunidad de preguntar al Señor y recibir una enseñanza más detallada que la dada a las multitudes. Creo sinceramente que la carrera que estudiaron con Cristo les habría dado, en el mundo, el título de licenciados en teología como poco. También recordamos que después de resucitar, el Señor se les apareció y les dio mandamientos por el Espíritu Santo durante cuarenta días y cuarenta noches. Para mí, eso fue un máster intensivo de teología que completó su formación. El doctorado en teología, lo sacaron durante todo su caminar, después del día de pentecostés cuando fueron llenos por primera vez del Espíritu Santo. Toda la vida de los apóstoles fue su tesis doctoral (usando siempre terminología del mundo como analogía). ¿Qué quiero decir con ésto? Pues que los apóstoles, aunque fueran en un principio sin letras, es decir, sin estudios, después aprobaron la universidad más excelente de la Tierra y del Cielo: la universidad de Cristo y del Espíritu Santo. Cristo les abrió el entendimiento para que entendiesen las Escrituras. Nunca despreciemos la enseñanza reglada en ninguna disciplina. Tampoco despreciemos a los que se han preparado durante años en un seminario teológico, pensando que sabemos más que ellos. Seamos humildes y guardemos la disciplina y el buen orden. Feliz semana a todos.
Pastor Antonio Martín Salado