Nº 1.867 – 12 de Abril de 2020
«¡Ha resucitado!» exclamó el ángel en el sepulcro, aquel primer día de la semana. Son dos palabras que cambiaron el curso de la Historia de la Humanidad. El hecho histórico de la resurrección de Jesús el Cristo es lo que puede cambiar radicalmente la vida de cualquier persona en el mundo, de cualquier generación. Si Cristo no hubiera resucitado, sus seguidores daríamos penita. Pero ¡El Señor resucitó! ¡Primicias de los que durmieron es hecho! ¡Él vive y vive para siempre! Así que tenemos una esperanza viva: Que el que murió y resucitó al tercer día, volverá pronto a buscarnos… Probablemente, antes de lo que pensábamos. En día y hora que no pensamos, vendrá el Señor. Así está escrito ¡Cuidado! Que Él vendrá como ladrón en la noche, cuando menos lo pensemos, puede venir el Señor a Su pueblo. Por tanto, velemos, vigilemos nuestras vidas para que el enemigo, verdadero ladrón, no nos robe la fe, la paz, el gozo y la esperanza. Estemos atentos en nuestro puesto. No sea que nos robe la santidad de vida, la justicia o la misericordia y el amor… El Señor está cerca pero el enemigo también. Seamos cuidadosos y cuidémonos los unos a los otros, para no experimentar ninguna pérdida de almas que se vuelvan atrás. Recordemos que el que persevera hasta el final será salvo ¡No te quedes por el camino! El Señor te da la fuerza para seguir adelante fielmente, con la mirada puesta en Él. Pronto nos abrazaremos todos. Pero nos es necesaria la paciencia para ganar nuestras almas. Así que mucho amor y mucha paciencia para todos. Nuestro amor es imperfecto pero el de Cristo por todos es perfecto.
Pastor Antonio Martín Salado