Nº 1.863 – 15 de Marzo de 2020
Estamos ante una situación inédita creo para todos nosotros. Ni los más mayores han vivido una realidad como ésta que nos cae de pronto como si fuera una película de “el fin del mundo”. Y ciertamente sabemos que la Tierra tal como la conocemos avanza hacia su final. Escrito está. No voy ahora a recordaros todos los textos bíblicos que nos narran los acontecimientos finales. ¿Cuándo será la Venida del Señor? No lo podemos decir. Sólo el Padre Celestial lo sabe. Pero sí que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Europa y, probablemente, el mundo entero, no será igual cuando pase esta pandemia… Porque “todo pasa y lo nuestro es pasar” como decía el poeta. Seguramente, después del coronavirus, vendrá otro, aunque el Señor nos dé algún respiro para poder resistir hasta el fin. Algo va a cambiar en las mentes y en las vidas de muchas personas o por lo menos en algunas. Y es que se van a dar cuenta que no podíamos seguir así: con tanta injusticia, corrupción, desigualdad, maltrato, violencia contra todo y contra todos, consumiendo salvajemente como si no hubiera mañana… No voy a repetir lo que escribí en el boletín anterior, pero debemos recordar que no se puede dejar morir a la gente en el Mediterráneo, ni dejar abandonados a los que huyen de la guerra en Siria o en otros lugares. Necesitábamos un correctivo en Europa y aquí lo tenemos. ¿Qué vamos a hacer con él? ¿Captaremos el mensaje? ¿Dejaremos de vivir sólo para nosotros mismos? ¿Abriremos por fin nuestra boca para denunciar todo el pecado de la sociedad en la que vivimos? ¿Anunciaremos en voz alta que sólo Cristo nos puede salvar de toda la maldad y el pecado que hay en nosotros como personas y como sistema? Ojalá que abras tu boca y no calles. No permitas que nadie te cierre la boca nunca más para dar testimonio de la Verdad, es decir, de Cristo Jesús, Salvador y Dios nuestro.
Pastor Antonio Martín Salado