Nº 1.861-1 de Marzo de 2020
“Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y a la inteligencia llama parienta; para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras.” (Proverbios 7:1-5)
No existe mejor antídoto para el “adulterio espiritual” que guardar los mandamientos de Dios. ¿Qué entiendo yo por adulterio espiritual? Engañar a Cristo teniendo otros “señores” o “señoras”. “Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2:11b). Por tanto, si anhelo no servir a otros dueños y sólo servir al Rey Jesús, es necesario guardar y atesorar los mandamientos. De hecho, es imposible vivir la vida abundante sin obedecer los mandamientos: “Guarda mis mandamientos y vivirás”. Pero, tristemente, hay algunos cristianos que están más preocupados por no contraer el Coronavirus que por guardar los mandamientos que Jesús guardó y enseñó. La Ley del Señor es perfecta y convierte el alma. No tiene errores ni fallas, y en su obediencia está la transformación de la vida. Ahí está la fe genuina, auténtica que es solamente obediencia. La fe, don de Dios, regalo de gracia, que nos ha sido dada una vez a los santos. Todos los que pretenden tener fe, pero no quieren obedecer ni sujetarse a nadie, deberían hacérselo mirar… Hay más fe falsa en las iglesias de la que podamos imaginar. Fe que no obra; fe que no ama, porque si amara actuaría por ese mismo amor de Dios. Fe infructuosa, fe inútil… porque NO es fe. ¿Qué es entonces? “Pseudo fe”, es decir, falsa fe, engaño de Satanás ¡Dios le reprenda! Tengamos cuidado hermanos, no sea que creamos tener fe y no sea la fe de Jesús. Hay una prueba que no falla: La fe dada por Cristo obra milagros, tiene autoridad y poder, y dice a los árboles que se arranquen de la tierra y se lancen al mar. El que tenga oídos para oír que oiga. Pastor Antonio Martín Salado