Nº 1.818 – 5 de Mayo de 2019
“El ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de bodas del cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” (Apocalipsis 19:9)
¡Que alegría tan grande cuando unos hijos se casan y nos invitan a su fiesta nupcial! Así, nuestro Padre celestial nos ha convocado a la celebración de bodas de Su Hijo con Su cuerpo que es la iglesia. El tener esta invitación grabada en el corazón y el anhelo de unirnos para siempre en un abrazo eterno a nuestro Salvador, produce un gozo indescriptible. Y hasta que llegue ese día señalado, estamos haciendo los preparativos; buscando un buen traje o vestido precioso para ese gran día.
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente (pues el lino fino significa las acciones justas de los santos.” (Apocalipsis 19:7 y 8)
El día de la unión conyugal entre el Señor Jesucristo y Su pueblo, se aproxima. ¿Cómo vamos a prepararnos? ¿Cómo vamos a esperar ese día? ¿Estamos ilusionados y emocionados con todos los preparativos? Una sola cosa es necesaria: Vestirnos con las ropas adecuadas para no ser declarados intrusos en aquella magna celebración. Compongamos nuestro vestido o nuestro traje con la obediencia a los santos mandamientos y requerimientos de justicia de nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo. Lavemos nuestras ropas en la sangre del Cordero para que estén limpias y resplandecientes para aquel día. Puede estar más cerca de los que pensamos.
Y, sobre todo, mucho amor y misericordia, porque el amor cubrirá multitud de pecados. Amén.
Pastor Antonio Martín Salado