Nº 1.815 – 14 de Abril de 2019
La semana que viene celebramos Pascua. Una nueva oportunidad de hacer memoria de nuestra salida de Egipto, de la servidumbre del pecado. Ahora bien, muchos después en el desierto, protestaron y llegó a parecerles mejor comer y beber como esclavos en Egipto, que asumir las responsabilidades de la libertad. Podemos llegar a padecer una enfermedad auto producida por nuestro miedo a la vida… miedo a la libertad de decisión, miedo al trabajo, a la tarea que tenemos por delante, miedo a no saber hacerlo bien, miedo a fracasar, etcétera, etcétera, etcétera. Los complejos pueden ser muchos y variados y las trampas del enemigo dispuestas a hundirnos en depresión o enfermedad paralizante. Si no clamamos a Dios y actuamos, podemos llegar incluso a ser atacados por espíritus de muerte. Tenemos que salir urgentemente de ese círculo maligno y poner toda nuestra confianza en el Señor. Estamos seguros de contar con hermanos que nos aman y nos apoyarán en todo para salir adelante. Nunca menosprecies el poder de la congregación la bendición de la comunidad y la oración del pueblo de Dios. Porque la Iglesia, formada por todos los injertados, es el cuerpo de Cristo. Y fuera del cuerpo de Cristo estamos muy vulnerables a las mentiras del diablo. Por eso es urgente que corras a la comunidad de fe y pongas en primer lugar el integrarte en ella. Hazme caso, deja todo lo demás en segundo plano y vive como parte del pueblo de Dios. Pide ayuda, no seas autosuficiente. Pide, que el que pide recibe. No pienses en lo que “van a decir de ti”. Si algunos hablan lo que no deben o juzgan a sus hermanos, el Señor les juzgará a ellos. Necesitamos ser una comunidad auténtica, donde podamos sincerarnos, confesarnos mutuamente las ofensas y las debilidades para orar e interceder unos por otros… ¿Estás de acuerdo? ¿Te suena bien? Nos vemos en la Pascua del Señor, en Cristo Jesús Señor y Salvador nuestro.
Pastor Antonio Martín Salado