Nº 1.813 – 31 de Marzo de 2019
El afán o ansia de protagonismo es una de las muchas ansiedades crecientes en el mundo moderno globalizado. Todos o casi todos aspiran a subirse a un escenario y ser aplaudidos por el público. Si esto no fuera posible, tenemos las redes sociales para recibir la misma ansiosa retroalimentación de “likes” o “me gusta”. Todos quieren llegar a una posición de éxito, a un lugar elevado, ser alzados por los hombres como se alza al torero que sale de la plaza en hombros después de haber martirizado a una criatura de Dios y darle muerte lenta. Cuando veo esta tendencia entre los cristianos, me hace sentir repulsa. La pregunta que me hago a mí mismo y a todos es: ¿Querrías ser alzado en una cruz como lo fue nuestro Señor y Salvador Jesucristo? Todo cristiano, tarde o temprano, tiene que hacerse esta pregunta y medir la calidad de su amor por Cristo y por su iglesia: ¿estarías dispuesto a dar tu vida y de esa manera? Si Cristo vive en ti por el Espíritu Santo dejando que te gobierne completamente, puedes anhelar el entregar, si es preciso, la vida literalmente como tantos mártires lo han hecho y lo siguen haciendo hoy.
Hace pocos días supe que el hermano M.Z. estuvo preso 12 días y fue torturado. Y algunos aquí donde hay calma chicha, seguimos discutiendo sobre textos bíblicos hablando y hablando y teorizando. No quiero que te sientas culpable al leer este boletín porque nosotros estamos aquí y M.Z. y muchos más están allí, y eso es voluntad divina. Pero si me gustaría que todos reflexionásemos sobre la entrega de la vida, entiéndase el tiempo para el Reino de Dios y su justicia.
Por favor, no busquemos protagonismos sino ser servidores por amor al Señor, los unos para con los otros. Y si quieres subir y ser alzado, recuerda con qué muerte murió tu Maestro y muchos de los apóstoles. No seamos grotescos queriendo subir a los escenarios y palestras en vez de humillarnos y servir. Más vale morir en el intento de ser un cristiano genuino que vivir siendo un cristiano falso. Hinquemos las rodillas y clamemos para que Cristo sea todo en todos. Amén.
Pastor Antonio Martín Salado