Nº 1.694 – 18 de Diciembre de 2016
Las luces de Navidad seguirán siendo una cortina de humo, entre muchas otras, para que nos pase inadvertida la situación real en que nos encontramos en este Occidente nuestro. La globalización basada en criterios económicos enraizados en la supuesta conciencia del mercado, sigue incentivando el individualismo y la insolidaridad, el aislamiento y la creciente fragmentación social. La brecha entre los enriquecidos y los empobrecidos va haciéndose cada vez mayor en todo el orbe. Esto va generando cada día más víctimas del poder basado en el afán por el lucro y la dominación.
Mejora la economía en términos macroeconómicos, pero eso no se traduce en ninguna mejora para la vida de las viudas infrapagadas, ni de los pensionistas con ingresos congelados, ni de los niños sumidos en la pobreza o a punto de entrar en ella, según los informes de varios organismos internacionales. Los recortes en sanidad y educación, el aumento de la tasa real de desempleo, la emigración de los jóvenes con preparación académica a otras naciones del mundo, y el aumento de la deuda de los países del llamado “tercer mundo”, los excluidos de mercado global, del saber, de la tecnología… Los que para los dirigentes y mentores del primer mundo desarrollado deberían quedar excluidos a la categoría de epsilones, son realidades a las que nos mueven a dar la espalda.
No estamos en contra de la globalización, sino de la versión impuesta de la misma, sin rostro humano. Nuestra visión de la globalización será siempre sin marginación de hombres y pueblos. Mientras no trabajemos por una globalización de solidaridad, de colaboración y esperanza, estas Navidades consumistas nos seguirán diciendo muy poco o nada a quienes vivimos la costumbre de pensar, sin caer en las drogas mentales socialmente aceptadas.
Navidad será simple y llanamente una cortina de humo más, entre otras muy diversas. Nosotros seguiremos contribuyendo a la protección de la humanidad no resignándonos, sino tratando de vivir en nuestro entorno procurando despertar a otros a la realidad de signos y señales que apuntan hacia otra humanidad posible.
Mucho amor, y feliz Navidad Global. Joaquín Yebra, Pastor.