Nº 1.691 – 27 de Noviembre de 2016
El gran error de muchos de los fariseos de los días de nuestro Señor Jesucristo entre los hombres fue considerarse mejores que los demás.
Aquel fariseo que daba gracias a Dios por no ser como los demás hombres estaba cometiendo un terrible error.
De ahí que el publicano que no se consideraba digno fuera perdonado antes que él.
Cuando damos gracias a Dios por no ser como los demás hombres, estamos borrando el proyecto universal de Dios para la humanidad, es decir, la vida en fraternidad.
Dividir a la humanidad en buenos y malos, en santos y pecadores es la esencia del fariseísmo en cualquier época, bajo diversos nombres y apariencias.
Urge aprender a perdonar, es decir, aprender a comprender. Y comprender a una persona significa no limitarla a los males que haya hecho.
El perdón-comprensión es el descubrimiento de que la condición humana es mucho más que las acciones equivocadas y las sinrazones.
Comprender significa tolerancia, no venganza. Como decía Víctor Hugo: “Intento comprender, para poder perdonar.”
En la vida nos pueden herir, maltratar o procurar destruir. Pero nadie lo logrará, a menos que nosotros lo aceptemos.
Es en nombre de la libertad como decidimos quién nos hiere y quién no.
Pero sobre todo, hemos de mirar a Jesucristo crucificado por amor a nosotros pecadores.
Si permitimos que sea el Santo Espíritu del Padre y del Hijo quien ocupe el trono de nuestros corazones, aprenderemos a comprender y a perdonar.
Buscando hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas, aprenderemos a vivir sin doblez ni rencor.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.