Nº 1.678 – 28 de Agosto de 2016
Cuando por primera vez escuché a nuestro Señor Jesucristo decir en el Evangelio que “quien quiera ser el primero, será servidor de todos”, pensé que se trataba de una auténtica paradoja, incluso de una contradicción absoluta.
Vamos a leer las palabras de nuestro bendito Señor y Salvador según las hallamos en el Evangelio según Marcos:
Marcos 9:35: “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.”
Marcos 10:42-45: “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Debemos reconocer que nuestra naturaleza nos pide más ser servidos que servir. Esto es condición humana que aflora de nuestra vieja naturaleza, del viejo hombre fuerte heredado.
Sin embargo, si aprendemos a servir, es decir, si permitimos que el Santo Espíritu de Dios refleje el carácter de Jesucristo en nuestra vida, comprobaremos que en el servicio se encierra la grandeza de nuestro ser.
Si aprendemos a dar, descubriremos que dando es como verdaderamente se recibe. Descubriremos también que contribuyendo a que los demás sean, es como llegamos nosotros a ser más nosotros mismos.
Lo que hagamos a los demás, Dios nuestro Señor en la vida nos lo devolverá duplicado.
El Señor bendito ha prometido darnos acceso a su Reino a quienes así actuemos.
Si nos ofendieron, enterremos las palabras en el olvido, y perdonemos.
Si nos han condenado, recordemos que Dios no lo ha hecho.
Si cerramos nuestras heridas, hallaremos la paz.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.