Descansando sí o sí
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28)
Es curioso que Jesús nos diga que, para descasar de verdad, tenemos que ir a Él para que de alguna forma nos “imponga” el descanso. Pero hemos de ser sinceros porque muchas veces nos cuesta parar e incluso nos sentimos mal si no estamos haciendo alguna cosa. Pienso que vivimos en un mundo donde se nos presiona cada vez más para ser “productivos” y podemos caer en el error de pensar que la oración no es trabajo; y desdeñar el estudio personal de las Sagradas Escrituras; y también el reunirse varias veces a la semana para encontrarnos con el Espíritu y con los hermanos.
¿No te ha pasado que llega el sábado y te pones nervioso porque “toca” descansar? No debemos olvidar que cumplir los mandamientos siempre encontrará rechazo de nuestra vieja naturaleza y tentación por parte de las fuerzas del enemigo. Por eso Jesús nos dice que tenemos que acercarnos a Él y entonces Él nos hará descansar genuinamente. ¿Por qué? Porque pienso que el Señor tiene un descanso, una paz que nada del mundo nos puede dar. Seguramente, la paz de Cristo es el descanso auténtico que nada ni nadie nos puede otorgar, ni podemos conseguir en otro lado. El Señor es nuestra Roca firme, nuestro Alto Refugio… Estos son lugares de descanso, de paz y de seguridad. No hay descanso sin paz ni seguridad.
Mientras sigamos viviendo y trabajando desasosegadamente no vamos a conocer al Señor en profundidad. Es menester pararnos, estarnos quietos y ahí atentos, seremos conscientes de la revelación divina. Nuestra tendencia natural es buscar el descanso en una escapada o huida hacia delante, pero el Señor nos dice que en quietud y en confianza será nuestro refugio, nuestro descanso auténtico, nuestro castillo inexpugnable donde nada ni nadie nos puede arrebatar la alegría de Jesucristo.
Pastor Antonio Martín Salado