Nº 1.949 – 7 de Noviembre de 2021
“Por eso hermanos, puesto que Dios nos ha mostrado tanta misericordia, les ruego que entreguen todo su ser como sacrificio vivo a Dios. Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle. Esta clase de adoración es la que realmente tiene sentido.” (Romanos 12:1)
Algunos no han entendido lo que significa seguir a Cristo. Ser cristiano no consiste en acudir a la reunión de la iglesia un día a la semana o de vez en cuando. Ser cristiano va de entregarse por completo al Señor. Ser de Cristo no puede ser menos que darse y sacrificar los propios deseos si estos no van en consonancia con la voluntad de Dios. Pocos se dan cuenta de la necesidad de ser completamente de Cristo. Es posible que nuestros sufrimientos inexplicables puedan provenir de la lucha inconsciente a darnos por entero al Señor que dio Su vida por todos. Cuando Él nos llama nos anhela celosamente para Él y sólo para Él. Por esta razón, en Eben-Ezer no encajarán nunca los que quieren vivir a medias. Pongo un ejemplo: alguien quiere ser salvo, pero no le importan las injusticias que sufren los demás. Sólo le preocupan o le duelen si él o ella las sufren. Son los que separan el anhelo de justicia que está en el corazón mismo del evangelio y lo convierten en un salvacionismo espiritualoide. Son los que en el fondo no quieren nada más que comer y beber ellos, y los demás les traen sin cuidado. No están dispuestos a sacrificarse sino sólo a enriquecerse, aunque sea un poquito. Han elegido, sin darse cuenta, el falso “evangelio de la prosperidad” y, por eso, nunca se integrarán en una iglesia humilde. Lo intentarán, pero no lo conseguirán. Son individualistas y no quieren lo común sino lo exclusivo. No se han percatado que cuando vino el Espíritu Santo, los discípulos tenían todas las cosas en común. Pero puede que no sea el dinero el problema fundamental sino el hacer “lo que me da la gana” que es la forma más auténtica de individualismo y libertinaje.
Pastor Antonio Martín Salado