Nº 1.945 – 10 de Octubre de 2021
«Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.»
Sofonías 3:12-13
Dice el Señor Jesús que en Su venida, unos serán tomados y otros serán dejados. Unos morirán para siempre y otros vivirán para siempre. Y la gente que quedará en Su reino será un resto, un pueblo humilde y pobre. No se habla de altivos, adinerados y poderosos en ese remanente, sino de personas sencillas y normales. Los que nunca tendrán la tentación de acumular dinero en paraísos fiscales, básicamente porque son pobres y viven o sobreviven con lo mínimo. Pero se puede ser pobre y pensar como un rico, buscando siempre la seguridad en alcanzar una holgada situación económica. Como cristianos, nuestra confianza no está en el saldo de la cuenta del banco, sino en el Señor que conoce nuestras necesidades. Comer, beber, tener un techo, poder poner la calefacción y ayudar a los hijos, si los hay, para que estudien y aprendan una profesión. Como parte del pueblo de Dios, confiamos muchísimo más en el Señor que provee que en los poderes políticos. Nuestra fe y seguridad están en nuestro Padre celestial y no en otros lugares. Cuanto antes dejemos de confiar en nuestro status o posición social, antes dejaremos de sufrir en esta crisis o en la siguiente. Es posible que para que Dios envíe el avivamiento, tengamos que hacernos más humildes y de espíritu pobre. No vayamos presumiendo de ningún poderío porque si algo podemos es gracias sólo a la gracia y a la misericordia del Señor. No temamos manada pequeña porque ya somos parte de Su reino.
Pastor Antonio Martín Salado