Nº 1.910 – 7 de Febrero de 2021
En el mundo físico, todo decae, todo se estropea y todo se envejece. Pero David le pide al Señor renovación: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmo 51:10)
Hay algo en el cristiano que no se envejece ni se deteriora. Todo lo contrario: se renueva de día en día. El Espíritu del Señor renueva nuestro ser interior, lo recrea cada día y le hace crecer. Los límites se expanden según crecemos. “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.” (2 Corintios 4:16-17)
Este excelente y eterno peso de gloria nos mantiene bien firmes y equilibrados ante cualquier adversidad. Y nos otorga el aplomo necesario para caminar seguros por la vida. Anhelemos crecer y desarrollarnos en el conocimiento del Señor hasta llegar al “conocimiento pleno”. El hombre nuevo, la mujer nueva, conforme a la imagen del Señor se va renovando hasta el conocimiento pleno donde Cristo es el todo y en todos (ver Colosenses 3:9-10). Así, un día ya no habrá diferencias entre los seres humanos, sino que todos conocerán al Señor. No habrá abuso del varón sobre la mujer y ésta ocupará su lugar de igualdad, y ambos serán compañeros. Esperamos ese gran día de la venida del Rey Jesús para reinar. Mientras tanto Él reina en Su iglesia, en Su pueblo, que es una embajada en el mundo de Su Reino de amor, paz y alegría en el Espíritu Santo.
Pastor Antonio Martín Salado