Nº 1.908 – 24 de Enero de 2021
«En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.» (Hechos 20:35)
Pienso que podemos adoptar dos posiciones bien distintas en la vida. Podemos ser de los que siempre piensan en dar o de los que siempre piensan en recibir. Y, por favor, no sólo lo circunscribamos al tema económico porque creo que son dos filosofías de vida totalmente antagónicas.
Obviamente, el Señor Jesucristo nos enseña a llevar una vida de dar o de darnos, mejor dicho. El primer paso en este camino es el reconocer que los primeros necesitados somos nosotros mismos. Tenemos que darnos a nosotros mismos lo que necesitamos. Tenemos que cuidarnos y ser compasivos con nosotros mismos. Sabemos que no seremos capaces de amar a los cercanos más allá de lo que nos amamos a nosotros mismos. Por tanto, seamos generosos cada uno con nuestra propia persona. Primero he de aprender a cuidar bien de mí mismo antes de pensar en cuidar a otros. De aquí, la enseñanza de Jesús se desarrolla en que seamos lo más autosuficientes posible y no estar siempre esperando recibir de los demás lo que nosotros mismos somos capaces de darnos. Esto evitará mucha infelicidad y mucha dependencia insana de otras personas. Creo que Jesús es la persona más autosuficiente que conozco y, al mismo tiempo, se dio a todos y por todos. Y también solicitó ayuda cuando la necesitó. Si vivimos en actitud de dar, y no de recibir, seremos más bendecidos y más felices. No hagamos una lista de deudores, pensando en lo que tendríamos que recibir de otros. Hagamos más bien una lista de lo que podemos siempre dar. Dios quiera que desechemos la actitud de mendigos y demos de lo que tenemos. Y si tenemos necesidad, para eso está la Comunidad.
Pastor Antonio Martín Salado