Nº 1.790 – 21 de Octubre de 2018
“¿No se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque? En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en el Señor, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. Porque el violento será acabado, y el escarnecedor será consumido; serán destruidos todos los que se desvelan para hacer iniquidad, los que hacen pecar al hombre en palabra; los que arman lazo al que reprendía en la puerta, y pervierten la causa del justo con vanidad. Por tanto, el Señor, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será avergonzado Jacob, ni si rostro se pondrá pálido; porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina.” (Isaías 29: 17-24)
Esta es la voluntad de Dios para su pueblo y lo que el Señor va a hacer en Eben Ezer. Lo creas o no, el Señor puede salvar con pocos o con muchos. El número no es importante para Él sino la calidad de sus valientes. Por eso Jesús nos enseñó que donde están reunidos dos o tres en su Nombre, Él está en medio de ellos.
Así que no temáis manada pequeña porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
¡Amén!
Pastor Antonio Martín Salado