Nº 1.759 – 18 de Marzo de 2018
“¡La Voz de mi Amado! ¡Ya viene, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Semejante a una gacela es mi Amado: como un joven cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías!” (Cantares 2:8 y 9)
La voz de nuestro Amado Señor se escucha por doquier. El Dios que es la Palabra, el Verbo, no está callado. El Espíritu Santo sigue hablándonos como en los días de los Hechos de los apóstoles, porque estamos en la dispensación del Espíritu hasta el día de la 2ª Venida de Cristo.
¡El Señor viene pronto! Podemos oír y ver su anuncio, Su cercanía, si salimos a los montes y a los collados. Su Creación también anuncia la proximidad de su llegada…
El Señor nos vigila y mira detrás de esta “pared” o apariencia (a Él no le podemos engañar), clava sus ojos en los nuestros y observa el interior… Él penetra con su mirada hasta lo más profundo aunque hayamos puesto una valla bien alta o tupida de seto. El Señor nos anhela celosamente, el Espíritu con ardor nos quiere poseer para sí.
Nos mira el Señor desde Su santo monte, desde el santuario celestial… mira nuestra cámara para ver si le somos fieles o hemos introducido otros amores en su lugar… Se desvela y nos desvela para que le busquemos y nos corrijamos en lo que es de corregir, porque su paso se acerca apresuradamente.
Aún es el tiempo de la gracia, hoy es el día de salvación, hoy tienes que dejarte sanar con la salud de Cristo porque los días son malos y peligrosos… No hagas velar al Señor, no dejes que el que es Amor pase de largo sin que le abras la puerta de tu ser…
Mucho amor.
Antonio Martín, pastor.