Nº 1.697 – 8 de Enero de 2017

Publicado por CC Eben-Ezer en

Mirar lejos ayuda mucho a mirar también dentro de nosotros.

Esto hacía el poeta Pablo Neruda en “La Isla Negra”.

Y desde esa inmensidad del mar nos dejó sus versos interiores, en su “Oda a la Alegría”.

“Como la tierra eres necesaria,

                                   Como el fuego sustentas los hogares.

                                   Como el pan, eres pura,

                                   Como el agua de un río, ere sonora.”

Conservar la alegría es raro arte en la escuela de la vida, que con la gracia de Dios podemos mantener y conservar incluso en medio de la contrariedades.

La alegría sencilla y libre, es la danza inacabable que desciende los cielos.

Es la luz que transforma la oscuridad más densa, porque es regalo de la bondad divina.

Por eso se dice que “un santo triste es un triste santo” que no inspira a otros a la santidad, sin la cual nadie verá a Dios.

Conservar la alegría y difundirla a nuestro alrededor es parte importante de la tarea que se nos ha encomendado para recorrer el camino de la vida, con los ojos puestos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe.

La alegría es ángel consolador, medicina del espíritu y alma de la vida.

La alegría es sencilla pero valiente, jamás cobarde, y puede incluso curar enfermedades.

La alegría no es barata, ni vulgar ni tampoco superficial, sino cara, querida, refinada y honda.

La alegría es siempre expresión noble de nuestra riqueza interior. Podemos estar siempre gozosos sabiendo que el gozo del Señor es nuestra fortaleza.

Mucho amor y mucho gozo.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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