Nº 1619 – 12 de Julio de 2015

Publicado por CC Eben-Ezer en

Miramos al frente. No solemos echar vistazos retrospectivos. Quizá por eso no aprendemos del pasado; no para quedarnos anclados en él, pero sí para aprender a no tropezar dos veces o más en la misma piedra.
Pero Jesús nos ha dicho que nos arrepintamos, porque el Reino de Dios está cerca. Y “arrepentirse” es “darse la vuelta”, de lo que se deduce que el Reino se nos aproxima por la espalda.
Es como si se nos dijera que el Reino de Dios nos toca en el hombro para que nos volteemos, dejemos el rumbo por el que discurríamos para emprender el camino en dirección opuesta a la ruta por la que íbamos.
Por nuestra vieja calzada, la visión era muy estrecha, muy limitada, mientras que al darnos la vuelta contemplamos una panorámica infinitamente mayor que la nimiedad a la que nuestro corazón estaba apegado, y a la que habíamos entregado las riendas de nuestra vida, lo que tantas alteraciones ha producido en nuestro ser.
Pregúntanos a quienes peinamos canas, y comprobarás que todos hemos olvidado aquellas nimiedades que en su día nos parecieron cosas importantes.
Y si llegamos a recordar aquellas nimiedades que nos parecieron significativas, hoy, desde luego, sólo las contemplamos como tremendas tonterías que nos inquietaron y que con el paso del tiempo llegaron a no importarnos lo más mínimo.
Somos cada uno de nosotros quienes decidimos ser felices o desdichados. Tanto si somos conscientes de ello, como si no lo somos, eres tú, y soy yo quienes optamos por una u otra dirección, en función de si nos aferramos o dejamos de aferrarnos a nuestros apegos en cada situación dada.
Así es la vida feliz y desapegada de los niños, de quienes Jesús nos ha dicho que es el Reino de los Cielos.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.

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