Nº 1613– 31 de Mayo de 2015

Publicado por CC Eben-Ezer en

Un gran enseñador diseñado por Dios para nuestra instrucción y beneficio es el momento en que nos encontramos.

El “hoy”, el “aquí” y el “ahora” son el tiempo más oportuno para tomar decisiones y emprender nuevas andaduras.

Las lecciones para mañana se imparten hoy, por cuanto hoy es el mañana de ayer.

La lección de hoy será irrepetible, como lo fue la de ayer, y lo será la de mañana.

El propio afán de cada día es la lección que Dios tiene para nosotros.

De ahí que ha de bastarnos ese afán para cada día, sin correr hacia delante, ni tampoco quedarnos anclados en el pasado.

Nuestro Señor Jesucristo no nos ha pedido que corramos por delante de Él, sino que vayamos en pos de su persona.

No debemos desasociarnos del acontecimiento del día en que vivimos.

Nuestro despertar no se halla ni en el placer ni en el dolor, ni en la sabiduría ni en la confusión.

El despertar está esperando en cada uno de los momentos de nuestra vida.

Y cuando el despertar se produce, comprendemos que urge reducir nuestros deseos, los que después se convierten en apegos y nos esclavizan.

El despertar nos muestra la importancia del contentamiento, el que nos muestra inequívocamente que escapar de nosotros mismos no nos va a proporcionar ni felicidad, ni valor, ni fortaleza.

Al despertar nos percatamos de que urge prescindir de tantas actividades innecesarias que sólo sirven para entretenernos. El verdadero despertamiento conlleva una disciplina completa en la praxis de la atención compasiva.

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

 

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