Nº 1.625 – 23 de Agosto de 2015

Publicado por CC Eben-Ezer en

Nos solemos dejar engañar por el juicio de los demás con suma facilidad.

Eso contribuye en gran manera a que nos formemos una imagen de nosotros mismos basada en esos juicios de los que tanto tiempo libre tienen, que practican el deporte de hablar siempre de los demás. ¡Pobres!

Lo que esos digan de ti, hermano, hermana, dice mucho más de ellos mismos que de tu persona. Tengamos en cuenta que estos ociosos juzgan basándose en el sistema de valores de quienes les rodean, y con quienes buscan congraciarse.

Quienes todo lo miran desde el prisma del juicio que absuelve o condena, es muy difícil que verdaderamente puedan ver con claridad.

Lo que digan de ti no suele decir mucho de ti mismo, sino fundamentalmente de quien lo dice. Si te describen como especial, eso será sólo hasta que conozcan a alguien más especial para ellos.

Si caes en semejante red viscosa, vivirás temiendo que ese encuentro con otra persona se produzca, y para evitarlo te convertirás en una marioneta, en un polichinela, en un payaso o en un “jirafante”, que podría ser un cruce de jirafa y elefante. Es decir, en el más difícil todavía.

Te vas a pasar la vida bailando al son que quieran tocar tus aduladores y esos críticos que infundadamente tanto temes.

Hay también quienes se dedican a buscar personas que les digan lo especiales que son.

¡Qué forma de vivir tan agotadora!

¡Siempre sobre el escenario y con el telón subido!

¡Con lo gratificante que es la falta de auto-consciencia, como los pájaros y las flores!

¡Con lo fácil que es ser uno mismo!

Mucho amor.  Joaquín Yebra,  pastor.

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