Nº 1582– 26 de Octubre de 2014
La vida es una larga lección de humildad, por eso es que la transmisión de la vida sólo es posible a través de un intermediario viviente. Y hoy sabemos que lo que transmitimos es fundamentalmente información.
La cultura no puede transmitirse sino de hombre a hombre. De ahí que el saber libresco solamente haya producido y continúe produciendo pedantes.
El conocimiento es cuantitativo y cualitativo al mismo tiempo, acumula, atesora y guarda bajo llaves. Pero la cultura sólo se desarrolla, se mueve y multiplica en contacto con la vida.
Por eso nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo nos ha dicho que sus palabras son Espíritu y son Vida.
No hay en ellas ningún atisbo de ninguna de las tres cosas sumamente destructivas de la vida, que son la ira, la avaricia y la autoestima que nos hace vernos por encima de nuestra realidad.
Siempre que un alma es sencilla y recibe la sabiduría de lo alto, las cosas viejas se disipan y todo el entramado religioso-filosófico se derrumba estrepitosamente.
Necesitamos vol