Nº 1465 – 22 de Julio de 2012

Publicado por CC Eben-Ezer en

El distintivo de la acción cristiana es el seguimiento de Jesucristo. No se trata de creer cosas acerca de Él. Ni aprendernos de memoria todos los pasos, acciones y palabras del Maestro. Se trata de seguirle o no seguirle. La verdadera fe es praxis, seguimiento, obediencia. Todo lo demás es subterfugio que sólo ha servido para sangrientas luchas intestinas de la iglesia y las iglesias durante muchos siglos. Por el camino han ido quedando muchos muertos, heridos y escandalizados.

Jesús de Nazaret es la encarnación del Verbo, y el Verbo es Dios. Jesús es Dios con nosotros. Todo en Él es encarnacional. Y nuestra llamada es igualmente encarnacional, lo que significa una nueva forma de ser, un misterio inexplicable racionalmente, entiéndase con nuestra limitada cabeza.

Aquí no hay lugar para espacios abstractos, ni para sistema alguno de preceptos. Se trata de vida, de relación, de vinculación radical con el Resucitado.

Pero cuando los agentes dominadores de la iglesia entraron a saco, la doctrina de Jesús dejó de ser vida y relación para convertirse en dogma, en artículo de fe, en filosofía platónica, en ideología institucional. Y así sigue siendo en muchos círculos autodenominados “cristianos”, algunos con aspiraciones de universalidad o de poseer toda la verdad; y, por consiguiente, con una historia a sus espaldas cubierta de sangre de víctimas inocentes. ¡Qué repugnancia! Sobre todo cuando semejantes tropelías y desmanes se han llevado a cabo invocando el nombre de Dios.

Como hemos afirmado en varias ocasiones, y procuraremos seguir haciéndolo, la doctrina de Jesús de Nazaret no es separable de su Persona, de su vida, de su cercanía, de su comunión, de su Espíritu. Por eso nos  envía al Consolador para no dejarnos huérfanos.

Así resulta que seguir a Jesús no es un deber, sino un poder. De ahí la trascendencia de la presencia de la Persona del Santo Espíritu del Padre y del Hijo en nuestras vidas.

Ese es el atractivo de Jesús. Como dijeron los antiguos: “Verba docent, exempla trabunt”, es decir, “las palabras adoctrinan, los ejemplos arrastran”.  Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.

 

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